viernes, 27 de febrero de 2015

Mi indiferencia con el país

Cuando los dos bandos de una batalla son pervertidos, es mejor quedarse en el medio. "Yo les hablo de no resistir al mal" son palabras dichas por una persona que vive en los corazones de todos, aunque no le reconozcan. Lo que pasa en este país, me produce todas las sensaciones más indignantes que existen. Decepción, odio, miedo, impotencia... Y cuando se ve una mejoría, es solamente una falacia que remueve otra vez esas sensaciones malas. No soy tan grande para resistir a ese mal, pero lo que puedo hacer es quedarme en el medio, no resistirlo, porque siempre las cosas caen por su propio peso, y más cuando sus bases no son de concreto. La campaña "no seas indiferente"... Lo siento, yo soy indiferente, aunque quisiera hacer algo, soy indiferente.
Son indiferentes aquellos que suponen tener el poder de combatir "este mal" porque lo hacen desde sus propios intereses. Hay aquellos que son peores, que claman actividad desde una red social. Todavía falta mucho por aprender, le temen a un motorizado, pero cuando hablan del gobierno se engañan como si tuvieran la valentía de los 300 contra el imperio persa. Mejor reserven sus energías, cuando llegue el día saldrán a defender su integridad. Pero hoy no es ese día. Si alguien lee esto, estoy seguro dirá que soy un pesimista, está en lo correcto.


Eso lo escribí con las energías gastadas, post 2014. Ya llegó el día


¿Qué paso?, ahora sí llegó el momento. Vamos a echarle bolas! 

Confianza

La confianza es solamente una palabra. Es un prejuicio, es algo nocivo que se viste de benevolencia. No es la confianza un fin en sí misma. Tal vez esté errado, pero lo que vengo a escribir es que, no es confiar, es creer.

Creer es una fuerza muy superior a la confianza, que no se vale de balanza alguna para justificar si debo o no confiar. Creer transforma un pedazo de servilleta en un objeto muy valioso, creer realiza las acciones más adversas. La confianza es de animales, el creer es de humanos. Sí, porque el tigre confía en su fuerza y se lanza en contra de su presa, o la hormiga confía en su colonia y sus semejantes y pasará trabajando toda su vida. Y ahí se quedarán, no pueden crecer más allá de la confianza. No pueden creer, no son como nosotros. Cuando nosotros creemos, ya sabemos de lo que somos capaces... No parece que exista límite alguno.

Yo creo en ti, tú crees en mi. La fuerza que poseemos no deja de ejercer su poder incluso cuando está descansando.

sábado, 21 de febrero de 2015

Post-ayahuasca

Segunda vez que tomaría ayahuasca, esperé mucho ese día. Tenía un propósito: conocer a mi maestro. Pero un aprendizaje, esos que son pequeños pero son una parte fundamental de la vida. A veces la cosa cambia y tienes que adaptarte.

Soy un adicto a los apegos. Tengo un corazón infantil, una mente que se odia a sí misma, se destruye, se ignora a sí misma. Se auto-observa con mirada impía, una mirada que fácilmente te hace llorar del miedo, como si fueras un niño otra vez y quieres recurrir a los brazos de tu mami para sentirte seguro.

La noche comienza, una soledad te invade, te hace desconfiar... Parece ser que algo más allá de la inteligencia mundana, me hizo cometer un acto que no tenía pensado. Me encontré con ciertas cosas, una impotencia me invadió, me quitaron el tiempo por unos 30 minutos. En esos treinta minutos, todo el odio de mi vida se apoderó de mí. En una ocasión de mi pasado sentí un odio similar, en aquella ocasión yo rompí la puerta de mi cuarto con golpes, la ira se apoderó de mi mano y hice cosas que me dieron tanto miedo... La mano terminó destrozada, no sentía dolor en ella, solamente temblaba, como si mi mano fuera un individuo aparte y estuviera en estado de shock. En aquella ocasión tuve una catarsis, decidí cultivar la paciencia y benevolencia, jamás caería en situación similar.

Pero volvamos a esta noche, tuve un lapso peor que el de aquella noche en que la puerta de mi cuarto fue la víctima. Esta vez, fue el piso y mi cuerpo, claro, la víctima. Lloraba de odio, no aguantaba un minuto más así, se rompió todo en mí, miraba al cielo y gritaba que no quería sufrir más, ya no más por favor, no puedo más. El fuego quemó todo, ni cenizas quedaron, era yo el piso ese que golpeaba... Un piso duro e infértil.

Fui bendecido, el cielo me escuchó, el cielo se dio cuenta que ya no podía odiar ni sufrir más. Había ya incluso sobrepasado mi límite. Comenzó ahora la vuelta, ahora me reía sin razón, le pedía al cielo que quería ser libre, pero quería ser libre con su voluntad en mi corazón, porque, de qué sirve ser libre si no eres guiado por el cielo? Qué podrías hacer?. Eso me explicaba la ayahuasca. Pero todavía no terminaba ahí, faltaban otras cosas, mi cabeza se dividió y empezó a odiarse a sí misma, pero yo tenía una sonrisa en el rostro, creo que eso le molestó aún más, y entre tanta pelea, apareció algo que puso fin a la disputa y dijo "no te das cuenta que eres uno solo? De qué te sirve pelear? Detén la pelea, amate desde la uña hasta el insconciente" y sentí una vibración que se extendió hasta al plano mundano, porque la banquita donde yo estaba acostado también tembló. Pero lo peor venía, mientras estaba con los ojos cerrados, aveces los abría pero no tenía nada que ver, todo estaba desfragmentado y tenía que adentrarme más... Entré a un mundo que, creo que es lo más oscuro de mi ser, porque no sentí tanto miedo alguna vez en mi vida. Eran pulpos de piel rosada, y en la piel tenían púas, como si tuvieran un esqueleto que los convertía en cuerpoespín. A todo esto, la sonrisa siempre se mantuvo dibujada en mi rostro, porque de todas formas, el cielo me protegía. Y protegerme de mí mismo! Qué cosas uno descubre, que no somos solamente anatomía, somos muchas cosas más. Y si se rompe el equilibro entre esas "cosas", entonces todo tu cuerpo comienza a odiarse a sí mismo, aunque no te des cuenta de eso.

Es el trabajo más duro de mi vida, superar mi adicción a los apegos. Tuve revelaciones esa noche, pero el trabajo apenas comenzaba. Todavía estoy trabajando y me falta un montón todavía, y tengo que agradecer al cielo por abrirme el camino a superar este mal de males. No hay un buen cierre en este escrito, pues todavía no hubo cierre alguno.

Post-ayahuasca

Segunda vez que tomaría ayahuasca, esperé mucho ese día. Tenía un propósito: conocer a mi maestro. Pero un aprendizaje, esos que son pequeños pero son una parte fundamental de la vida. A veces la cosa cambia y tienes que adaptarte.

Soy un adicto a los apegos. Tengo un corazón infantil, una mente que se odia a sí misma, se destruye, se ignora a sí misma. Se auto-observa con mirada impía, una mirada que fácilmente te hace llorar del miedo, como si fueras un niño otra vez y quieres recurrir a los brazos de tu mami para sentirte seguro.

La noche comienza, una soledad te invade, te hace desconfiar... Parece ser que algo más allá de la inteligencia mundana, me hizo cometer un acto que no tenía pensado. Me encontré con ciertas cosas, una impotencia me invadió, me quitaron el tiempo por unos 30 minutos. En esos treinta minutos, todo el odio de mi vida se apoderó de mí. En una ocasión de mi pasado sentí un odio similar, en aquella ocasión yo rompí la puerta de mi cuarto con golpes, la ira se apoderó de mi mano y hice cosas que me dieron tanto miedo... La mano terminó destrozada, no sentía dolor en ella, solamente temblaba, como si mi mano fuera un individuo aparte y estuviera en estado de shock. En aquella ocasión tuve una catarsis, decidí cultivar la paciencia y benevolencia, jamás caería en situación similar.

Pero volvamos a esta noche, tuve un lapso peor que el de aquella noche en que la puerta de mi cuarto fue la víctima. Esta vez, fue el piso y mi cuerpo, claro, la víctima. Lloraba de odio, no aguantaba un minuto más así, se rompió todo en mí, miraba al cielo y gritaba que no quería sufrir más, ya no más por favor, no puedo más. El fuego quemó todo, ni cenizas quedaron, era yo el piso ese que golpeaba... Un piso duro e infértil.

Fui bendecido, el cielo me escuchó, el cielo se dio cuenta que ya no podía odiar ni sufrir más. Había ya incluso sobrepasado mi límite. Comenzó ahora la vuelta, ahora me reía sin razón, le pedía al cielo que quería ser libre, pero quería ser libre con su voluntad en mi corazón, porque, de qué sirve ser libre si no eres guiado por el cielo? Qué podrías hacer?. Eso me explicaba la ayahuasca. Pero todavía no terminaba ahí, faltaban otras cosas, mi cabeza se dividió y empezó a odiarse a sí misma, pero yo tenía una sonrisa en el rostro, creo que eso le molestó aún más, y entre tanta pelea, apareció algo que puso fin a la disputa y dijo "no te das cuenta que eres uno solo? De qué te sirve pelear? Detén la pelea, amate desde la uña hasta el insconciente" y sentí una vibración que se extendió hasta al plano mundano, porque la banquita donde yo estaba acostado también tembló. Pero lo peor venía, mientras estaba con los ojos cerrados, aveces los abría pero no tenía nada que ver, todo estaba desfragmentado y tenía que adentrarme más... Entré a un mundo que, creo que es lo más oscuro de mi ser, porque no sentí tanto miedo alguna vez en mi vida. Eran pulpos de piel rosada, y en la piel tenían púas, como si tuvieran un esqueleto que los convertía en cuerpoespín. A todo esto, la sonrisa siempre se mantuvo dibujada en mi rostro, porque de todas formas, el cielo me protegía. Y protegerme de mí mismo! Qué cosas uno descubre, que no somos solamente anatomía, somos muchas cosas más. Y si se rompe el equilibro entre esas "cosas", entonces todo tu cuerpo comienza a odiarse a sí mismo, aunque no te des cuenta de eso.

Es el trabajo más duro de mi vida, superar mi adicción a los apegos. Tuve revelaciones esa noche, pero el trabajo apenas comenzaba. Todavía estoy trabajando y me falta un montón todavía, y tengo que agradecer al cielo por abrirme el camino a superar este mal de males. No hay un buen cierre en este escrito, pues todavía no hubo cierre alguno.