miércoles, 30 de agosto de 2017

Corta Competencia

A quién le duele
Mi garganta, mis huesos
Mis tropiezos, mis esfuerzos
Cuando siento este dolor
¿A quién le duele?


Será a mi madre
Hay alguien más?

Noté una competencia
Reconozco a los competidores
También yo salí junto a ellos en el punto de partida

Pero cuando duele...
Dónde está la competencia?
Ya no hay nadie, ni siquiera yo

Tampoco ignoro aquella competencia
Invisible
Dispuesto a la visibilidad 
Sólo para venir a buscar mi cuerpo

Menos ignoro la competencia
De los que se han dado cuenta
Que lo más valioso es el cuerpo
Estar aquí
Estoy en la grada
Alentando

Algunas naciones hacen murallas
Cierran fronteras
O lo contrario 
Nada de eso importa

Mira sus fechorías
Cree tener un cuerpo de repuesto
Tiempo para cumplir sus deseos
Cree poder recuperar algo

Mientras tanto, abrazos no se dieron
Amores no se dieron
Perdones no se dieron
Silencios no nacieron
Niños no nacieron
Reyes no gobernaron

No quieras saber nada
Los que ganaron esa competencia
Escupieron el premio
Destrozaron todo
Algunos lo vendieron
Lo regalaron 
Lo adornaron
No quería que ganaran ellos

Pero, perdone, no es de mi incumbencia
Qué me he creído? disculpe
Es su premio
Haga lo que quiera.


Al menos sé que duele
No sé a quién
Pero yo, soy
Cuando no queda nada
A mi lado.







martes, 29 de agosto de 2017

Entre las hierbas, herido

Quebradizo, suelo tambaleante
Allí firme, de pie
Confiando en mis alas
Soberbio, reí y canté

Hay un socavón
Tras el derrumbe
Bajo mis pies sentí el vacío

Mas parezco
Un gigante de patas rotas
De fuerte caída
De inminente caída

Caí
Me vi tirado
Sentí asco por mi persona
Aguanté 5 infiernos 
A cambio de un único cielo

Abandonado, asqueado, humillado
Quién me levanta ahora

Eclipsado, en pleno día
Vi las estrellas oscuras 
Abundante muerte
Abundancia de oscuridad

Mía es la culpa
Poseer rebelde corazón
Por ser 

No hay explicación 
Para la caída cósmica
Alguien allá arriba 
Quiere que sufra mucho

Dije nunca
Y fue
Ahora digo siempre
Para que no sea

Recordaré esta humillación
Hasta el fin de mis días
Aún despojado de mi persona
Sigo doliendo
En otros planos, en otros tiempos
Se juntan todos en mi presente

Ser príncipe
Dueño de la situación
Y por efecto Saturnino
King sin corona
Desplazado a plebeyo
esclavizado
Humillado
Desperdiciado
Partirse, romperse, hacerse astillas, despojado

Ya el dolor me da asco
Soy un vómito
Una asquerosa orquesta
Vientos pestilentes
Percusión nerviosa

Por esa maldita ilusión
He sido utilizado por millonésima vez

En el barranco
Entre las hierbas
Un halcón herido



lunes, 28 de agosto de 2017

Las Locuras Del Hombre Blanco

     El reloj marca las 3:30pm. Despierta de la siesta exaltado por haber tenido una pesadilla; una extraña sensación de que todo acaba. Domingo 24 de agosto del año 2020, era un día raro y Richard Danneberg lo sabía. Se acerca al balcón de su apartamento en New York para fumar un puro, la cual era su costumbre. Todavía somnoliento, percibe que en las calles la gente está en zozobra, piensa "algo debe estar pasando", enseguida va hacia la sala y enciende el TV, sube el volumen al 100% y coloca el canal de las noticias.



Mientras fumaba, escucha la voz del presidente Donald Trump:

- Americans citizens... The end is coming. The world is at war. God bless everyone



Enseguida despierta Richard, "¿Por qué el presidente dice esas palabras? ¿Será esa la razón del caos que observo en las calles?"... Seguía fumando, mientras pensaba. A lo lejos se escuchan aviones supersónicos que sobrevuelan la ciudad, Richard levanta la vista y contempla el cielo, minutos después observa lo que parece ser un misil transportador de ojivas nucleares, y cada vez son más los misiles que invaden el cielo americano. Impactado por la imagen y sus ojos secos por la imposibilidad de parpadear ante la inminencia que se aproximaba... El tiempo se detiene para Richard, rememora toda su vida en un segundo, todos los momentos que fueron, son y serán:



Vuelve a su infancia, recuerda todas las almas con las que alguna vez compartió. En cámara rápida, se recibe a sí mismo, viendo su vida como un testigo, pero todo se detiene cuando tenía 35 años, y una voz desconocida le resuena:



"El hombre blanco va a acabar con el mundo. El hombre blanco va a acabar con el mundo. El hombre blanco va a acabar con el mundo"



"Era el año 2010, Richard viaja a Sudamérica, Específicamente a Maicao, Colombia. Era un hombre emprendedor que no dudaba en tomar riesgos, fue al mercado negro sudamericano en busca de las máquinas del bitcoin. Adentrándose en las profundidades del mercado negro, Richard adquiere cierta cantidad de máquinas, valoradas entre 100-300$ pero mientras negociaba, no pudo evitar entrometerse en una conversación ajena:

- Tienes que tomar ayahuasca Kike, cambió mi vida para siempre -Así le decía el hombre desconocido a Kike, quien era el encargado de entregarle las máquinas a Richard-

A lo que Richard dijo:
- Disculpa, he leído sobre ayahuasca en la web, ¿Sabes dónde puedo conseguirla?
- Claro, debes tomar camino hacia Leticia. Pregunta en las terminales y encontrarás la forma de llegar allá. Parce, apenas llegues allá, pregunte a cualquier indígena por el yagé y procure caerles bien, no sea cara e' chimba -Dijo el hombre desconocido entre carcajadas-



Pensaba Richard si emprendía ese viaje o volvía a su hogar. Se convenció a sí mismo pensando "ya estoy aquí, sé hablar español y tengo dinero. No necesito más, la aventura me llama"


Emprendió el viaje, arraigado a su bolso con sus máquinas, recelaba siquiera que alguien pensara qué contenía. Mientras pasaba por alcabalas, el personal de seguridad desconocía la razón y el valor de dichas máquinas, por lo tanto no tuvo ningún problema.



Richard llega a Leticia, mientras las gentes lo observaban sin disimulo por ser gringo:

- Dame una cajetilla de cigarros -Dijo Richard a un vendedor ambulante que pasaba por la sala de espera de la terminal-

Hace el pago y enseguida le insiste al vendedor:

-¿Sabes dónde están los indígenas en esta ciudad?

El hombre ríe a carcajadas al escuchar eso y dice:

- Salga a las calles hombre, camine un poco y los encontrará. Son fáciles de distinguir entre la muchedumbre, ¿no?



Dicho y hecho, Richard sale a las calles y se topa con una familia indígena:

- Hola -interrumpió a la familia- ustedes pueden ayudarme, estoy buscando yagé, ¿saben dónde puedo encontrarlo?

Enseguida la familia ríe a carcajadas, Richard no pudo evitar sentirse estúpido, ya que todos ríen con sus preguntas.

- Yo puedo ayudarte -dijo el hijo de la familia, un joven de al menos 20 años de edad- tengo que llevarte a casa del abuelo, está lejos del centro de la ciudad, ven conmigo.


Richard le agradeció al joven, y entre desconfianza e inocencia, emprenden el camino a la casa del abuelo del joven. En el camino, Richard observaba la cotidianidad de la gente, que parecían estar alegres con tan poca riqueza material, evidentemente, era un mundo aparte del que estaba acostumbrado en su gran ciudad.



Casi 1 hora después, llegan a lo que parece ser una choza en una sabana.

Antes de llegar, el joven le advierte a Richard que no actúe extraño, que sea él mismo:

- Abuelo Wamán ¡mira quién llegó! dame un abrazo
- Qué grata sorpresa -dijo el viejo- hace días soñé contigo, cómo estás? tenemos visitas?
- Sí abuelo -dijo el joven excusandose- te presento al señor Richard, vino buscando yagé y tú puedes ayudarlo
- Un placer señor Wamán, yo soy Richard. Vengo a comprarle un poco de yagé, dígame qué precio tiene.
Dijo esto Richard, y el joven y el viejo rieron a carcajadas:
- Mira mi casa, mira mi estilo de vida, ¿crees que me interesa el dinero? y otra cosa, el yagé no es algo que puedes comprar como en un mercado, tienes que venir conmigo y verás de qué trata.
Richard pensó "definitivamente soy un estúpido", guardó su dinero y se dispuso:
- Dígame, qué debo hacer?
El viejo Wamán pareció no prestarle atención y se dirigió a su nieto:
- Wizumo, quédate en mi hogar, tengo que emprender un viaje, me gustaría encontrarte aquí cuando regrese.



Dijo esto el viejo, tomó lo que parecía ser un collar o escapulario, tomó algo parecido al tabaco y otras cosas más y le pidió a Richard que dejara sus cosas en la casa ya que no iba a necesitarlo en el viaje. Richard insistió en llevar su bolso y sus cosas consigo.

El viejo Wamán, mientras reía, dijo: El hombre blanco definitivamente está loco.


Se dirigieron a un río que quedaba a 15 minutos caminando. Tomaron una canoa y emprendieron el viaje fluvial:

-Richard, a partir de este momento comienza tu preparación para el yagé, escuchame atentamente -Dijo el viejo mientras remaba- tienes unas prohibiciones que acatar, si fallas, el viaje habrá sido en vano, son las siguientes:
* No puedes masturbarte ni tener sexo o pensamientos pecaminosos
*  No puedes comer ningún tipo de carnes
* No puedes drogarte ni consumir alguna sustancia que perturbe tu serenidad mental
* En el camino, pide constantemente al gran espíritu que te conceda el permiso para tomar yagé y demuestra que eres digno de ello

Richard prestó atención y no tuvo preocupaciones, pues no se drogaba ni tampoco pensaba tener sexo ni masturbarse en medio de la selva. No obstante, sí le preocupó que no pudiera comer carnes:

- ¿Por qué no puedo comer carnes? Ni siquiera un pescado? nada?
- Sí -interrumpió Wamán con una seriedad novedosa para Richard- estas son las prohibiciones y tienen su razón de ser. Ustedes los hombres blancos van a acabar con la naturaleza, y la forma de vida indígena les parece primitivo. En el camino te contaré muchas cosas, por ahora sé paciente y contempla la belleza a tu alrededor.



Dijose esto, Richard entró en silencio y experimentó una paz que hacia tiempo no sentía. Fluyendo por el río amazonas, fue cayendo la noche, el anciano rompe el silencio para decir que era hora de descansar.


Orillan la canoa, mientras se disponen a buscar algunas frutas para cenar:

- Deja tus cosas allí, estamos en medio de la selva, nadie nos va a robar.
- Comprendo -dijo Richard mientras tomaba su bolso- pero me siento más seguro con mis cosas cerca de mí.
- Espero comprendas tu locura cuando culmine el viaje. Ven conmigo, ¿Miras esos pájaros que comen los frutos de ese árbol? Esto es la naturaleza enseñándote lo que debes comer. Tomemos suficientes frutos para el viaje.

Ya es de noche, el viejo wamán se dispone a hacer una fogata, le pide a Richard que se siente a su lado:

- Mira hacia arriba, te voy a dar rapé
- Qué es eso? -Interrumpió Richard-
- No te preocupes -colocó una varilla en la nariz de Richard e inmediatamente sopló fuerte-

Richard empezó a toser angustiadamente mientras el anciano reía y le explicaba que era para limpiar sus vías respiratorias, alegando que a veces necesitamos un balde de agua fría para volver a sí.



Amaneció, Richard despierta. Se da cuenta que está solo y comienza a buscar al anciano... Wamán estaba como meditativo a la orilla del río. Richard se acerca a interrumpirlo mientras el anciano decía algunas palabras en algún idioma ancestral:

- Qué pasó viejo? tienes una expresión extraña.
- Tienes razón, tuve un sueño muy inquietante -Decía el anciano mientras recobraba su compostura- Estaba con mucha gente en una fila, en algún tipo de submundo. Como si estábamos en la espera para morir.
- Qué significa eso? yo no tengo muchos sueños.
- Ya lo imaginaba, es que vas dormido. Mirate, tienes tu bolso encima y ya estás listo para partir. Vamos a proseguir el viaje.



Se montaron en la canoa y siguieron por el río. Richard solamente pensaba en una hamburguesa y en sexo. Literal, haría lo que fuera por comer una hamburguesa después de tener sexo. Tal vez sea el efecto de la jungla en que estoy metido, se decía. Pasado un rato, pasaron por una zona totalmente deforestada, carente de vida vegetal y animal a las dos orillas del río, interrumpe el silencio:

- Qué ha pasado aquí? -preguntó Richard al anciano-
- Ah pues, éste es un claro ejemplo de la locura que tienen los hombres occidentales. Aquí habían miles de árboles de caucho y era todo perfecto, hasta hace unas cuantas décadas, que llegaron los hombres occidentales a robar todo el caucho y asesinaron a cada miembro de la tribu de los 'marubo', alegando que eran salvajes -dijo el viejo mientras reía- ¿qué ironía no? somos nosotros los indígenas los salvajes.


Richard quedó perplejo, pero en su mente pensaba que a lo mejor el anciano era racista o algo parecido, porque para él, el hombre blanco tenía culpa de todo.



Wamán interrumpe el remo y le pregunta a Richard:

- Dime, Richard, qué es lo que llevas en tu bolso? Que lo proteges como si fueran tus hijos.
- Pues, verás Wamán, no sé si logres entenderme -decía Richard mientras pensaba cómo explicar- lo que tengo en mi bolso son unas máquinas generadoras de bitcoins, que no es más que una moneda electrónica.
- ¿Moneda electrónica?
- Sí, es una nueva tendencia en el mundo del internet, pronto el dinero en papel moneda dejará de existir y todo será electrónico.
- Entonces, ¿esas máquinas te generan dinero electrónico? ¿Cómo es eso?
- Simplemente conecto las máquinas al enchufe eléctrico y al internet, y sin yo hacer absolutamente nada, me producirán riquezas.
- Ya va, estás queriendo decirme que esas máquinas son un árbol, el cual su fruto es el dinero? -preguntó el anciano con una expresión de terror en su cara-
-Exacto. Creo que es la manera más sencilla de explicarlo.
- Entonces no me cabe duda, el fin de los tiempos está cerca. Ya empiezo a entender el sueño que tuve esta madrugada.

El hombre blanco va a acabar con el mundo

Richard pensó que lo que dijo aquel hombre era una locura, pues sencillamente son primitivos y no están al tanto de los avances tecnológicos y de la sociedad. Pero no podía dejar de pensar en la carne, daba lo que fuera por un pescado, el cual estaba al alcance de su mano, solamente bastaba con pescar uno. Estaba insistente, le preguntaba al viejo cuánto faltaba para llegar al destino, a lo que el viejo respondía: "falta poco".



Pasada unas cuantas horas, el viejo se orilla:

- Richard, ya hemos llegado. Vamos a pasar por la tribu de los Kulina, no vayas a decir nada, déjame hablar a mí. Y me vas a tener que dar tu reloj, como tributo para que nos den paso a la montaña.

El anciano dijo esto, pero Richard estaba como poseído, tomó una lanza que llevaba el viejo y se abalanzó al río a pescar algún pez:

- Richard, qué haces? ya estamos tan cerca del yagé. No entiendes lo que haces, no puedes ver las razones por las cuales tenemos prohibido consumir carnes -dijo el anciano, molesto, pero a su vez, impotente al ver que nada impediría el salvajismo de Richard-


Richard pescó y como animal se llevó el pez a la boca, alegando que no aguantaba un minuto más de comer solamente ese fruto de mal sabor que le daba el viejo.



El viejo, decepcionado, pensó que tal vez así debía suceder, y que tal vez el gran espíritu haría una excepción con aquel hombre que no tenía conciencia de sí.

Visitaron la tribu de los Kulina, recibieron con mucho respeto al viejo Wamán, compartieron un rato y les dejaron pasar hacia la montaña en busca del yagé:

- No sabía que eres maestro del viento -dijo Richard confundido- qué significa eso?
- Pues verás, me inicié en los misterios del viento. No has sentido que soy como una brisa en tu cara? -preguntó el viejo mientras reía- mi trabajo es espantar a los venados y las serpientes que suben a las montañas, sólo la suavidad del viento repara y protege la montaña.
- Qué significa todo eso? -preguntó Richard confundido-
- Algún día entenderás, sigamos caminando.



Llegaron a la cima de la montaña, había una planta un tanto extraña, la cual tenía sólo una flor blanca:

- Mira, Richard, tanto hemos hecho sólo por esa planta. Esta noche nos visita el gran espíritu.


El anciano empezó a hacer una fogata y sacó un pequeño caldero y empezó a cocinar la bebida santa.


Llegada la noche, le sirve el trago de la ayahuasca a Richard y ruega para que el gran espíritu le conceda el poder, a pesar de haber incumplido las normas. Llegó hasta aquí, espero eso sirva como tributo:

- Toma Richard, esto era lo que querías. Toma

Dijose esto, Richard tomó el trago, lo primero que dijo fue:

- Qué horrible sabe!

El anciano reía:

- Lo sé. Yo también he venido a tomar y llevarme un poco a mi casa. Llegaste justo cuando se me había acabado. No te preocupes. Amanecerá y veremos.



Al amanecer, el anciano va a donde Richard y lo encuentra dormido. Lo despierta:

- Cuéntame, ¿qué te ha pasado?
- Nada, no entiendo esto. Había leído que el yagé iluminaba, que te daba una experiencia religiosa y superabas el límite, allá donde la divinidad se materializa. No me pasó absolutamente nada, lo que hice fue vomitar y pasé la noche con diarrea.
- Qué pena. Un viaje tan largo para nada. Tranquilo Richard, no estabas preparado. Pero ya tienes un cabello de dios en tu cabeza. Tarde o temprano, te llegará lo que buscas. De todas formas, sabes dónde encontrarme. No puedo cerrarme a brindarle la enseñanza ancestral al hombre blanco, todos dependemos de que ustedes aprendan la lección antes de que sea demasiado tarde".



Richard vuelve en sí. Abre los ojos, está en su apartamento, tiene su puro en la mano. El cielo retumba de sonidos, mira los misiles aproximándose a tierra. Se da cuenta que en menos de un minuto, ha tenido una epifanía. Las enseñanzas de Wamán ya las comprendía: el hombre blanco era un arquetipo de esa persona que se entrega a la codicia y nada lo podrá colmar, nada lo podrá satisfacer. Siempre querrá más, aunque ello signifique destruir nuestro propio mundo, casa o cuerpo.



Mirando el cielo, segundos antes del impacto del impacto de los misiles en tierra... Exclamó:

Wamán, me he iluminado. Aunque ya es demasiado tarde. Gracias

miércoles, 2 de agosto de 2017

Estabas Dormido.

Israel Bracho despierta en una mañana gris. Tiene un trabajo estable, casa propia y una esposa que quiere. Creció en el seno de una familia de clase media, tiene dos hermanos y él es el hijo del medio. Al cumplir 26 años decidió mudarse de ciudad para comenzar una vida nueva. Cansado del clima tropical, decide mudarse a la ciudad de Mérida, por su clima frío y calidad de gente, pensaba que era "lo más cercano al primer mundo en Venezuela". Al cumplir 29 años, ya estaba casado con una buena mujer y hasta tenía su propio taller automotriz. Todo iba bien en la Vida de Isra.



Esa mañana de Junio despierta con una grieta en su cabeza. Había perdido la felicidad. Todo por lo que había luchado y trabajado, lo consiguió. Pero ahora iba a quedar más vacío todavía luego de conseguir el fruto de su trabajo. Lo que quería lo podía comprar, podía viajar, tenía subordinados e incluso podía inmiscuirse en la vida de soltero cotizado. Ya nada llenaba a Israel, ni siquiera esa mujer que estaba a su lado a la cual él amaba (o creía amar). Isra estaba contemplando la salida de su vida, ese día lo cambió todo.



Lukas Fischer, hijo de padres alemanes que emigraron a Venezuela como refugiados durante la 2da Guerra Mundial. Cada día de su vida se dedicó a superarse a sí mismo, viajó y conoció muchos maestros. Sus dotes iban desde Artista Plástico, hasta Hipnotizador e incluso maestro Reiki. En sus viajes a Oriente, tuvo la oportunidad de peregrinajes y tribulación en templos que permanecen ocultos y en secretos ante los ojos del mundo. Su vida cambió para siempre en cada viaje que realizó. Lukas era un hombre canoso que decidió retirarse en el anonimato y sencillez que le brindaba cualquier ciudad venezolana.



Ese trágico día de Junio, Lukas lleva su Corolla al taller de Israel, pues era fijo cliente y Lukas afirmaba que no había conocido mejor mecánico, a pesar de la juventud de Israel:

- Isra! ¿cómo estas? mira, te he dejado el corolita pa' que lo revises, tiene un sonido raro y tú sabes que soy hipocondríaco hasta con las máquinas!
- Seguro Don Lukas -Dijo Israel con desánimo-
- Pero, hombre, estás medio triste hoy, ¿no? -Dijo el señor Lukas mientras le daba un palmazo alegre en el hombro a Israel-
- No Don Lukas -Dijo Israel con sonrisa forzada- hoy es un buen día, perdone si se me sale un bostezo.
- Pues bien, estás muy chamo para andar con cara amargada, deja eso pa' los viejos como yo. Voy a hacer una diligencia y vuelvo, te dejo el carro aquí.
- Vaya y venga don Luka, cuando vuelva le tengo el carro listo -Dijo Israel mientras el sr Lukas salía del taller-




Sale Lukas del taller y comienza a pensar. Su intuición le decía que Israel estaba poseído, o dejándose poseer, al renunciar a la voluntad de la vida. Pensaba en la mirada de Israel y recordaba las enseñanzas de un gran maestro, que le otorgaba dones para rescatar ese tipo de miradas, porque el mismo Lukas alguna vez la llegó a tener. Mientras llegaba al súper a realizar unas compras, pensaba "tal vez estoy exagerando".



Israel se quedó inerte luego de la conversación con el señor Lukas. Pasado 10 minutos, reacciona y se preocupa: no puedo tener expresiones tristes, la gente se va a enterar. Hizo un gran esfuerzo para que el día concurriera con normalidad, y así ocultar su siniestro plan.



Luego de realizar sus compras y de un paseo cotidiano, Lukas vuelve al taller:

- Cuéntame muchachito, ¿Qué es lo que le pasa al 'viper'?
- Vea Don Luka, al carro le estaba fallando la bomba de gasolina, pero ya está listo, era algo sencillo
- Supuse que era una vainita lo que tenía. ¿Cuánto te debo?
- Deje así Don Luka, ese repuesto lo tenía guardado y debería agradecerle a usted en realidad por permitirme usar esa bomba de gasolina y que no se perdiera en el depósito.
- Pero no chico -Insistió Lukas- ¿cómo me voy a ir sin pagarte?
- Tranquilo, es un regalo que le quiero dar. Si se siente deudor, hágame usted un regalo algún día.
- Mmm, pues así será muchachito, estaré pensando en el regalo perfecto para ti -Dijo Lukas mientras se despedía-



Montado en el carro, Lukas sabía lo que al principio sospechaba. Me engañó la primera vez, pero a la segunda fue muy evidente, bribón. Su intuición le decía que si sospechaba, podía ser cierto. Hoy me tomaré el día para vigilar a este muchacho, en algo raro andará y lo voy a descubrir.



Finaliza el día, Israel cierra las puertas del taller y va camino a su casa. En ningún momento se percata que lo están siguiendo furtivamente. Había pensado todo el día en su plan y lo que iba a hacer. Llega a su casa y todo estaba en orden, su cena estaba lista y Yules, su esposa, le conversaba y le preguntaba por su día de trabajo. Israel hizo todo con normalidad y se dan su beso de buenas noches. Pero cuando Yules se duerme, Isra se levanta y va a la sala hacia el escritorio y comienza a escribir una carta. Al finalizar, deja la carta en la mesa del comedor, toma dos cajas de pastillas para dormir y sale con dirección a la plaza cercana a su casa.



Lukas estaba estacionado y escondido al frente de la casa de Israel y ha podido vigilar cada cosa que pasaba. Al ver que Israel se despierta de madrugada y escribe una carta, todo le cae de cajón y empieza a hacer unas llamadas de urgencia. Sale del vehículo y allana la casa de Israel. Lee la carta y dice "lo sabía".




Lukas se apresura. En el maletero de su carro, guarda máscaras de sus obras plásticas. Ya estaba preparado para lo que estaba pasando. Acelera el paso y encuentra a Israel sentado en la banquita de la plaza, acompañado por dos vagabundos ahogándose en alcohol. Parece ser que los vagabundos le están estropeando el plan a Israel. Lukas se acerca sigilosamente, esperando el momento indicado.



Israel mira hacia los lados. Estaba contemplando su vida y le iba a poner fin. Dudaba, pero estaba totalmente vacío y ni siquiera miedo tenía ya. Esperaba que los vagabundos se fueran para que nadie pudiera ver y alertar a las autoridades. Mete sus manos en el bolsillo...



Lukas observa y se da cuenta que era el momento indicado. Toma su máscara de payaso y se la pone, toma un puñado de escarcha y súbitamente, impresiona a Isra:

- Estás en un sueño -Dijo Lukas con voz ronca mientras echaba escarcha a la cara de Israel- con el chasquido de mis dedos, automáticamente seguirás mi voz.


Israel queda hipnotizado. El señor Lukas saca una cámara de vídeo, comienza a grabar:

- Soy la voz de tu conciencia, sígueme. Te quiero mostrar unas cosas -Dijo Lukas mientras montaba a Isra en el carro-


Mientras manejaba, Lukas grababa todo lo que pasaba. Iban con dirección hacia su casa. Había planeado todo lo que iba a hacer, pues desde un principio, algo le dijo que Israel planeaba suicidarse. No podía dejar que eso sucediera y tenía herramientas para salvar su alma.



Al llegar a la casa de Lukas, comienza la función:


- Soy la voz de tu conciencia. Mira esta casa. Esa casa es tu cuerpo, quiero que conozcas a alguien. Ven


Entra Israel a la casa, y Lukas lo lleva a la primera habitación. En ella, estaba un hombre joven amigo de Lukas que estaba esperando para conversar y sanar a Israel:

- Sigue mi voz. Entra a esa habitación, allí te encontrarás con tu Yo en su estado puro -Dijo Lukas mientras le abría la puerta a Israel.


Era una habitación muy colorida y con muchos juguetes. En ella estaba un hombre sentado, con sonrisa verdaderamente alegre:

- Israel, toma asiento. Tenemos que hablar -Dijo el hombre-
- ¿Quién eres? -Preguntó Israel-
- Soy tú. Esta casa es tu cuerpo. Esta habitación contiene los recuerdos de tu niñez, donde eras verdaderamente feliz, y con el tiempo, te olvidaste de mí, aunque siempre he estado buscandote.
- Estos colores, esa sonrisa en tu rostro. ¿De verdad tú eres yo? -preguntaba Israel bajo hipnosis-
- Sí. Tú y Yo somos el mismo, y mira, aquí no necesitamos mucho para querer vivir. En esta habitación, un barquito de papel vale oro, y te llena de aliento y de vida. Solamente tienes que recordarme.
- ¿En qué momento te perdí? - preguntó Israel-
- Jamás me has perdido. Siempre he estado contigo, aunque el dolor te hizo olvidarme.


Se abre la puerta, Lukas toma la mano de Israel y lo lleva hacia otra habitación:


- Ven, es momento de que conozcas a alguien -Dijo Lukas mientras abría la puerta de la 2da habitación-


Era una habitación oscura y llena de polvo y telarañas, estaba todo desordenado. En ella estaba una anciana dolorida mientras se mecía:

- ¡Ay!, ven mijo, entra. Toma asiento
- ¿Quién eres? -Preguntó Israel-
- Soy tu madre. Estás en tu casa, te conociste a ti, ahora tienes que conocer a tu madre. Y mírame, estoy vieja y seca, ¡ay!, todo me duele!
- ¿qué te duele? ¿por qué no dejas que te ayude?
- Ay, mijo. Te amo, todo lo que he sufrido es por y para ti. Mijito, estoy aquí para ayudarte, cuando tengas miedo, cuando te duela, cuando necesites que alguien te cuide y te cure, mijito, yo estoy aquí para ti. Aunque estoy en esta habitación oscura y parece que me muero, ay mijo, te amo. No importa que me olvides, que me hagas daño, que tomes lo que quieras de mí. Soy tu madre, te amo mijo. Ven, recuestate en mi regazo, siempre te estoy cuidando.




Se abre la puerta, Lukas toma a Israel:

- Ven, es momento de subir a la tercera y última habitación.


Era una habitación blanca y resplandeciente. No había nada allí, solamente luz. Un anciano estaba allí, sentado esperando la visita de Israel:

- Hijo mío. Toma asiento.
- ¿Quién eres? -preguntó Isra-
- Soy Tu Padre. Estás en tu casa, te conociste a ti, conociste a tu madre, ahora me conocerás a mí. Tengo que demandarte algo.
- ¿Qué cosa?
- Dime, ¿Por qué ibas a matarte? te hice libre, hijo mío. No sabes cuánto me duele ver que decides acabar con tu vida, sabiendo todo lo que ha sido necesario para que estés en este momento viviendo... Todo mi esfuerzo en darte la vida y la libertad. Dime, hijo mío, ¿qué hice mal?
- Tengo miedo Padre -Dijo Isra mientras se arrodillaba y pegaba su frente al suelo- Tengo miedo, pensé que sabía lo que quería, cuando lo conseguí ya no lo quiero. No sé lo que quiero Padre, tengo miedo. No sé qué hacer con la libertad que me has regalado.
- Hijo -Dijo el señor mientras lo levantaba del suelo- no te preocupes. Levántate, llámame "amigo" y sigue tu senda. Ya no estamos en secreto, es hora de salir a la luz.



Lukas tomó a Israel, quien seguía bajo la hipnosis:


- Ven, sigue mi voz. Despídete de tu casa. Ya no la verás más, tú mismo la destruiste. Toma asiento en el carro.


Lukas llevó a Israel a su verdadera casa:

- Sigue mi voz. Al chasquido de mis dedos, irás a tu cama y entrarás en un profundo sueño. Cuando despiertes, no recordarás nada.



Al día siguiente, Israel se despierta como si ha estado hibernando por al menos 2 años. Con extrañeza, escucha el llamado de Yules, quien le pedía que fuera hacia el comedor porque alguien le había dejado una carta:


 " Querido Isra, de parte de tu amigo Lukas. Te dejo esta nota con un pen-drive adjunto. Mira el vídeo que contiene. Este es regalo que te debo amigo, ya saldamos deudas. No te pasaba nada, solamente Estabas Dormido".