sábado, 14 de julio de 2018

Ganancia para el andariego.

Me tengo despierto sabiendo lo que cuesta mantener la conexión de los que primero lloran y después ríen.


Me tocó irme lejos, tan lejos que el odio ahora me ama, me llama. Preferiría ser el culpable, por razones personales y no por compasiones, y que me vean saltando obstáculos pero cuando amo, amo desde la pradera.


Mi ventaja es saber el valor de quien me acompaña. Siempre tengo nuevas rayas.


No tengo que reír ni nada que mostrar. Con el miedo ya hago malabares mientras mantengo el equilibrio en una cuerda floja. No conozco el límite todavía, sigo practicando.


Me daba pereza ser creador y juntar grano por grano, pero un día le quité la atención al proceso fastidioso. Hice la modestia, y dormido, seguía emanando calor, seguía creando. Ya no recuerdo el inicio.


Mi mentón no sube hasta el cielo, los recuerdos son células en mi cuerpo, por tanto, no están en mi mente. Los llevo en mis ojos, mi cabello y mi piel.


Parecían necesidades pero eran sólo pensamientos.


Las corrientes de aire que me alimentaban ya no están. Todas las miradas que tenía, ya no están.


He sacado el símbolo de la balanza, por eso no hay preguntas entre lo perdido y lo ganado.


El puesto que usurpaban mis dictadores, ese espacio en mi espalda donde dejaba que se apoyaran el timbalero y 100 parásitos más.


Un millón de cosas nuevas y ganancias en respeto. Cosas que le faltaban a mi diario.

domingo, 18 de febrero de 2018

Fácil de obedecer

No tiene boca y por eso su vida es perfecta. No tiene que decir nada ni comer nada, es fácil de reconocer y por eso lo recuerdas. ¿No son más fáciles los recuerdos simples que aquellos con cuerdas atadas en sus patas?

Seguimos hablando en metáforas, simbologías, parábolas, axiomas, dejavu y eurekas. A veces olvidamos que somos gente simple, hacemos cosas simples.

No sé cómo liberan tensiones ni me interesa saberlo. Usted me dice que el orgullo es malo, y lo sé. Parece usted un bibliotecario, sabe la ubicación de los libros que llevo escondido. Pero peor-peor pero, mi orgullo no busca imponerse, y si pretendías una contienda, me escurro como agua en sus manos. No porque mi orgullo sea agua, sino porque para éste orgullo nada ni nadie existe, solo el yo, El uno. El libro se acaba cuando cruzas la vereda en la calle.

Existen millones de formas y cada quien transita la que le guste.

Mi gusto se da con la más fácil de obedecer:

Sus mandamientos se dan en silencio y está siempre contigo, como el tiempo.




domingo, 11 de febrero de 2018

Callejones Estrechos

Se prefiere el verdadero poder, el de ser siempre amable. Es claro que se necesita enorme energía y esfuerzo para lograr el cambio en uno mismo, dejar de ser herido e hiriente, estar suficiente-mente- despierto para captar el momento en que suceden las cosas, estar despierto y estar presente cuando en una situación conflictiva mantienes la calma, porque comprendes que se te abren dos caminos y debes elegir cuál transitar: el camino difícil y estrecho que es la paz, o el camino fácil y llano que termina en un barranco.

No puedo agregar nada más. Todos van tres pasos por delante. Me da tranquilidad, no habré llegado cuando ya los primeros estén festejando. Llegaré de último, sin nada. En el transcurso del día, cuando las cosas suceden, estoy en una montaña, aunque estoy ahí sucediendo también con el fluir de los acontecimientos.

En los callejones estrechos te espero, ahí seguro nos encontramos. Esta semejante astucia me la hicieron y solamente pude reír, mis ojos grandes viendo ríos de estrellas.

Los mensajes de la ciudad es que la mayoría tiene múltiples trabajos. Es una pérdida de tiempo, ya lo hice, Incluso corriendo contra gacelas.

Mejor no preocuparse por sus métodos no convencionales, esos callejones que te ponen el mundo de frente por segundos.

Yo sé que es incómodo y pesado. Dos perfectos sinónimos de la mente. Hay que trabajar. La paz no es descanso, La Paz es un trabajo.

martes, 9 de enero de 2018

El origen, los cantores

¿De dónde vienes tú?

Parece que vienes de Jerusalem, has venido a bendecir a tu paso. No pides nada a cambio, creo que vienes de Belén. Un milagro que me ames. Eres del Roraima, del Himalaya, no sé, pero desde tu origen vienen también los cantores.

Tanto tiempo ya sin comer. Había olvidado todo, hasta para qué sirve el alimento. Mi alma pobre en su lecho de muerte, vagando en el desierto, sedienta y hambrienta. Sin embargo, nunca muere. Estoy hecho de la misma sustancia que tú has venido a traerme. Estoy hecho de la misma sustancia, todo aquello que te puedo dar.

A veces no camino, sino que voy rodando por mis barrancos, caigo en mil y un abismos. Mi sospecha, es que mi corazón veraz y valiente siempre me salva. Nunca aspiro a grandes cosas, al contrario, te hice una fiesta humilde: en mi mano derecha una jarra de vino, en mi mano izquierda un plato de arroz. Lo único que tengo para ofrecer. Quisiera darte palacios y jardines, pero es verdad, querer algo no es lo mismo que hacerlo. Sin embargo, vienes a la pequeña fiesta que te hago, te alegras y mi pequeño corazón se hace grande cuando me levantas.

Estamos aquí, a plena conciencia. Nos reímos del pasado, cuando apegados y cegados, nos conseguíamos un castillo de sufrimiento.

No somos perfectos, ni tú ni yo. Ni buscamos la perfección. Sufrimos bastante para agrandar nuestras copas. Besos, miradas y sueños... Con pericia llenamos nuestras copas hasta el tope, sin rebasar. Somos carne pero serenos como un lago. Los cantores nos vigilan y se alegran al ver que hacemos las cosas bien.

Ellos sí son perfectos, y de tal manera son sus obras. Cuando nos vieron felices con nuestras soledades, luego de haber aprendido lo necesario... Fue ahí cuando bajaron y entonaron sus melodías en nuestros oídos.

Fue la curiosidad por saber de dónde venían esas notas celestiales. A corazón y sinrazón nos buscamos.

Ahora solamente tengo un juego: adivinar tu origen.