martes, 10 de noviembre de 2015

No siempre llueve

Por qué tienes que actuar como si no está? Te va a perseguir, te va a enfermar.


Cómo se puede huir? Eres tú mismo.


Cuando ves a un perro o gato queriéndose morder la cola.


Como la iguana que cuando está en peligro se hace la muerta.


El morrocoy se mete en su caparazón.


Miles de casos. Cómo se ven?


Al principio es una defensa, eso está bien. Huir? Eso está bien.


Todo se vale.


Pero ese árbol que somos tiene mente. Tranquilo debería estar.


Con corazón. Y conciencia de tenerse. Puede hacer lo que quiera.


Se entristece, se alegra, se entusiasma.
Dócil como la vaca. Es amor.


Se muestra demasiado sumiso.


Alguien le reprenda esa actitud.


Que olvide todo, que sienta todo. Pero si olvida lo único que no puede olvidarse?


Ni hojitas pa' respirar.
Le gusta el agua pero no acepta que no todos los días llueve.


Puede suspender. Toma su tiempo, puede correr el riesgo de odiarse a sí mismo. Agrega también el peligro de la soledad.


Pero encuentra el fondo y sella el hueco por donde se le escapa el agua.


Se sobrecarga, el agua ahoga y sube hasta romper la represa o lo que sea que la obstruye y le sobrecarga.


Rompe, y ahora fluye.


Porque recordó aquello que no se puede olvidar.


Que puede hacer lo que quiera. Que tiene corazón. Y la conciencia de tenerse.


Con humildad comparte su regalo. Da casa para el nido, sombra, respira para todos. Da alimento. Y cuando ya tienes la barriga llena y el corazón contento, te regala la flor, aunque no la pediste.

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