domingo, 1 de noviembre de 2015

Subestimado.

Era de noche y nos paramos en el paseo orinoco a disfrutar de la tranquilidad del Río. Un día cualquiera. Unos polizontes se percatan de la presencia de dos extraños en las riberas del río (mi amigo y yo) y entrompan como si fueran el grupo SWAT en cualquier película americana. La noche tranquila cambiaba para nosotros. Ahora eramos víctimas del abuso policial. Empiezan a revisarnos e interrrogarnos a punta de pistola (sensación nada agradable) decían cosas como "estos malditos están drogandose búsquenle la droga" "busquen la pistola que escondieron" "vamos a matarlos" y frases semejantes salían de sus podridos labios. Nos revisan las pertenencias. En mi bolso tenía mi telefono, un libro, cierta cantidad de dinero, unos lentes y el carnet estudiantil. Me revisan el télefono (fotos, mensajes) para comprobar que era mío. Mi amigo tenía en su bolso un libro también, su cartera y su telefóno y se lo revisan también. Ahí empezaron a cambiarle las caras a los polizontes. Le encuentran la llave de la camioneta a mi amigo, la cual estaba estacionada a unos cuantos metros de la escena. El interrogatorio comienza a bajar la agresividad y nos preguntan que quiénes somos y que qué hacemos aquí. "la ciudad y nosotros somos libres" dije yo. Bajaron la pistola en ese momento, pero aún tenían caras de sádicos suponiendo que andabamos en algo malo mi amigo y yo. En ese momento empiezan a preguntarnos sobre nuestras pertencias. Y ya para desmoralizar a los polizontes, Mi amigo y yo nos miramos a la cara, y con una lucidez como quien entiende la cosa, lanzamos este jaque mate: Ah bueno, ahora nosotros no podemos ser ricos.




Y cuántas caras no he visto! Caras que bajan la mirada como muchacho regañado cuando por verme caminando a las 2pm agarrando sol piensan que no soy de buena familia. Cuántas caras no he visto cambiar en un salón de clases, cuando indiferentemente me levanto y doy una exposición perfecta (a veces improvisada) porque tengo una confianza que alimento desde el día que me trabé en público. Cuántas caras no he visto cambiar cuando opino en una conversación de gente culta. Cuántas caras no vi cambiar cuando el subestimado que aquí escribe, demostró ser capaz de demostrar afecto, lealtad y capacidad para constantemente mirarse y corregir sus propios errores. Y cuántas caras cambiaré, porque soy fácil de subestimar. Porque si yo me muestro bruto, es porque soy inteligente. Si me muestro flojo, es porque tengo la determinación del agua que siempre fluye hacia el mar aunque se encuentre montañas obstruyendo el paso. El mensaje que vengo a dar aquí, lo encuentro detallado perfectamente en una canción del rapero Tyrone Gonzáles: Dejese de eso, de subestimar, es que por eso a Goliat le lanzaron piedra donde nadie pone yeso.

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