martes, 25 de octubre de 2016

El premio no eres tú. Ni tampoco yo.

Vengo a escribir de algo que me inquieta. Y me cansa.

Las mujeres se creen un premio. En serio.

Supongo que ha sido la cultura y la sociedad los artífices de esto. Una sociedad donde el hombre es el que da el primer paso, el que tiene que pagar las cuentas, el que debe ser detallista, debe estar siempre dispuesto a cumplir antojos y caprichos. Y esto, independientemente del sexo que sea; incluso en parejas homosexuales se puede ver este patrón. Es decir, hay uno que siempre da más.

Esto es un error garrafal. Dicen que a las mujeres les "encantan los detalles".

Error. No es a las mujeres a las que les gustan los detalles.

A TODOS NOS GUSTAN LOS DETALLES.

No importa su sexo, ni de dónde venga usted, pero estoy seguro, que a usted le gusta un mensaje de buenos días. También le gusta un regalo el día de su cumpleaños (o cualquier día). Estoy seguro, que a usted le gusta sentirse especial, así sea con un caramelo que le regalen. No importa qué cosa sea, lo que importa es quién te lo da. También te gusta que te digan que eres bonit@, que puedes lograr ese objetivo, esa meta... O incluso aunque no tengas ninguna meta por cumplir, estoy seguro que te gusta que ese alguien te inspire. A ser mejor, a lograr algo mejor. O tal vez hoy no tienes ganas de hacer nada, entonces, estoy seguro que te gustaría que esa persona especial te de un espacio, y no te moleste. Porque aunque sean íntimos, a veces hay que respetar la intimidad del otro. Y saber que hay días en que no le quieres ver, pero eso no significa que ya no lo quieras ni lo ames. Estoy seguro que te gustan los piropos. Que te presuman ante los demás (familia, amigos, les presento a mi persona especial). También estoy seguro, que te gustaría saber los miedos de tu persona especial, y que también escuche tus miedos. Claro, que en la cama sean uno solo, y que si acaso hay alguna falencia, no hay problema, te gustaría que te digan en qué puedes mejorar. Te gustaría que esa persona pase a buscarte, que te prepare una sorpresa, no importa si la sorpresa es ir a caminar o una cena en el mejor restaurante. Te gustaría que esa persona siempre te escriba, aunque tú no le respondas. Te gustaría ver que esa persona se quita algo para dártelo a ti.

En fin. Te gustaría saber, con hechos, que esa persona está enamorada de ti. Entonces ya las palabras no harán falta. Entonces nada más hará falta.

Pero hay una paradoja: no puedes exigirle nada a esa persona. Porque una vez que comienzas a exigir... apenas deseas la flor, ya esta pierde su aroma. Exigir detalles es matarlos, es no permitir que nazcan. Es muy importante no exigirlos, es importante permitir que nazcan por sí solos.
Para que después no vengan las quejas "¿cómo no puedes darme algo a mí, si yo ayer te di algo?" Ven, es esto lo contrario al verdadero gesto (detalle) de amor.

No importa si eres hombre o mujer, yo sé que te gustan los detalles. Te gusta ver cómo poquito a poco construyen una montaña. Donde el premio no eres tú, ni ella. Porque para amar a otro, primero tienes que amarte a ti mismo. Porque si yo encuentro alimento, no me lo guardo todo para mí, sino, que iría a llamarte, para compartir lo que acabo de encontrar.

En esto radica lo esencial. Amarte a ti mismo, jamás te separa, siempre te une.

A diferencia del egoísmo, en el que yo me siento muy elevado e intocable, y tú tienes que hacer penitencias para poder tocarme.

El premio no eres tú. Tampoco yo. El premio es eso que nos une a los dos.

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