domingo, 18 de febrero de 2018

Fácil de obedecer

No tiene boca y por eso su vida es perfecta. No tiene que decir nada ni comer nada, es fácil de reconocer y por eso lo recuerdas. ¿No son más fáciles los recuerdos simples que aquellos con cuerdas atadas en sus patas?

Seguimos hablando en metáforas, simbologías, parábolas, axiomas, dejavu y eurekas. A veces olvidamos que somos gente simple, hacemos cosas simples.

No sé cómo liberan tensiones ni me interesa saberlo. Usted me dice que el orgullo es malo, y lo sé. Parece usted un bibliotecario, sabe la ubicación de los libros que llevo escondido. Pero peor-peor pero, mi orgullo no busca imponerse, y si pretendías una contienda, me escurro como agua en sus manos. No porque mi orgullo sea agua, sino porque para éste orgullo nada ni nadie existe, solo el yo, El uno. El libro se acaba cuando cruzas la vereda en la calle.

Existen millones de formas y cada quien transita la que le guste.

Mi gusto se da con la más fácil de obedecer:

Sus mandamientos se dan en silencio y está siempre contigo, como el tiempo.




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