martes, 18 de julio de 2017

Un día venezolano cualquiera

Reinaldo Ruiz despierta... Poco a poco recobra su conciencia, se da cuenta que está malherido, echado en un depósito oscuro y macabro. Comienza a recordar cómo llegó a ese sitio: estaba amordazado, esposado con unas esposas de plástico, con dolor de cuello, luego de que recibiera un golpe que lo había dejado inconsciente.

Recuerda que al bajarse de la estación de metro Capitolio, dos hombres de chaqueta negra le muestran una chapa del CICPC y le piden que los acompañe para una requisa estándar. Reinaldo, sin mediar palabras, los sigue pensando que le pedirían su cédula para radearlo, como de costumbre. En el camino va tranquilo pensando que no ha cometido delito alguno en su vida y que no tiene nada que temer. Salen de la estación del metro con dirección a los bloques El Silencio. Ya la caminata se sale de lo rutinario y comienza a sospechar:

- Hermano, ¿pa dónde me llevan?
- Usted callese la boca y siganos
- No necesitan llevarme a ningún lado, lo que quieran preguntarme pueden hacerlo aquí
- Te vienes por las buenas o te vienes por las malas
- No pueden obligarme a nada -dijo Reinaldo mientras forcejeaba-
- Bueno, ¿y a este maldito mamaguevo qué le pasa?

En plena acera de la Av. Baralt, los hombres sacaron una 9mm y le propiciaron un cachazo en la nuca a Reinaldo que lo dejaría inconsciente.


Horas después, Reinaldo despierta amordazado y esposado, reconociendo que está secuestrado. La adrenalina a millón, mira a todos lados buscando una salida, o al menos, saber en qué sitio se encuentra.

Un hombre abre la puerta, Reinaldo se da cuenta que era otro hombre aparte de los que lo habían secuestrado:

- Despertó la Reina... Te voy a hablar claro maldito, sabemos quién eres tú. Sabemos que te llamas Reinaldo Ruiz, que trabajas para una empresa extranjera codificando y creando programas informáticos. Sabemos que vives en San agustín del norte, en el apartamento A122 del edificio La Cascada.
Te voy a quitar el teipe de la boca para que me digas a quién tengo que llamar para que le digas que quiero 5mil$ a las 5pm frente a la estación del metro La Hoyada. Si gritas o inventas cualquier guevonada, te vas a morir aquí maldito.
- 0414674..... llama a ese número, se llama Katherina, ella tiene llaves de mi casa -dijo Reinaldo-

El malandro llama y contesta la chama:

- Katherina? escucha este vacilón, mira quién te va a hablar
- Mi amor? soy Reinaldo, me tienen secuestrado. Tienes que ir a mi apto, en el closet hay un CPU viejo, necesito que lo desarmes, dentro hay unos dólares. Lleva 5 mil a las 5pm frente al estación del metro La Hoyada
- Pero... Qué es esto chico, ¿tú me estas vacilando?
- No mi amor, es en serio. A las 5pm esperas en el sitio y ellos te van a llamar, cuando entregues las lucas me sueltan.

De arrebato el malandro colgó:

- Tas viendo? sencillo y rápido, la jeva entrega la vaina y borralo, te soltamos y no ha pasado nada.
Si la chama no aparece, o si pasa cualquier vaina, tas claro que te vas a morí aquí maldito.

Amordazó a Reinaldo y salió del depósito en el que estaban.

Reinaldo comienza a pensar en todas las películas de acción que ha visto, en todas las clases de MMA que ha recibido en su vida, estaba solo y tirado en el suelo cuando empezaba a preguntarse si acaso quedaría vivo aún después de que entregara el dinero... Ya les vi las caras, pensó. Aquí hay algo raro, ¿cómo me escapo?


Reinaldo tenía la costumbre de guardar sus llaves en el bolsillo de atrás del pantalón. Se da cuenta que las tiene ahí, sus llaves tenían un llavero con una pequeña navaja. La saca y comienza a acuchillarse las muñecas y las esposas de plástico, luego de unos minutos lográ liberarse, se quita la mordaza y comienza a planear cómo escapar. Pasado unos 20 minutos, escucha unos pasos y se coloca detrás de la puerta, cuando la abren, el tipo se da cuenta que Reinaldo no está, cierra la puerta apurado sin percatarse que Reinaldo estaba detrás de ella, en ese momento, se le acerca Reinaldo por la espalda y le hace una llave de guillotina, que consiste en apretarle el cuello con los brazos hasta asfixiar al oponente. El malandro sorprendido busca manera de defenderse y al final lanzaba golpes de desespero. Reinaldo sabiendo que la cosa es en serio y que es un momento de vida o muerte, se excede en la sumisión hasta después de que el malandro se desmayara: lo había asfixiado, roto el cuello y asesinado. Lo deja caer al suelo en total silencio, revisa los bolsillos del malandro y lo único que tenía era el teléfono celular, Reinaldo lo toma y sale por la puerta sin saber con qué iba a encontrarse. Resulta que aparece en una tienda de vestidos de novia, lo tenían cautivo en el depósito del mismo local. La encargada del local, se puso pálida al ver a Reinaldo salir como si nada. Ella sencillamente buscó un teléfono para llamar a alguien. Reinaldo salió de ese local hacia la calle, como si hubiese vuelto a nacer.


Y ahora, ¿qué hago?. Caminando las calles, impresionado y en shock todavía por lo que le acababa de pasar, Reinaldo no sabía qué hacer. Si irse a su casa, si ir a la policía, o irse al helicoide a denunciar el secuestro, o llamar a Katherina, o a su mejor amigo... No sabía qué hacer, deambuló por las calles como una hora pensando qué hacer. Por fin, decide ir a su apto, a usar su computador para desbloquear el teléfono que le había quitado al malandro y encontrar alguna pista que lo llevara a dar con los secuestradores.


Al llegar a su apto, lo primero que ve es la puerta de su casa tiroteada y violentada. Queda en shock, le toca la puerta a los vecinos y le dicen que unos hombres llegaron e hicieron todo ese escándalo y desastre. Reinaldo vuelve a recapacitar en que "la vaina es verdad". Todo lo que le habían dicho era verdad. No obstante, entra a su apto y toma un viejo computador que habían dejado, hackea el tlf del malandro y comienza a revisar cada mensaje, cada llamada...


Lo que iba a descubrir lo dejaría patas pa'rriba: el número de Katherina estaba guardado en la agenda de ese teléfono con el nombre de Ivanna.

Todo le cae de cajón. Todo lo que le estaba pasando, había sido planeado por esa puta que conoció tres meses atrás en el boulevard Sabana Grande. Se sintió como un niño engañado y se llenó de odio. Le habían robado todo el trabajo que le llevó 2 años ahorrar.

Se llenó de odio y solamente pensaba en la risota que habían de tener la puta y sus compinches. Solamente pensaba en eso y quería venganza. Decidió que no iba a parar hasta que él o ellos estuvieran muertos.

Tomó el revolver de su difunto padre. Lo tenía guardado en una vieja caja de zapatos que se mantuvo intacta luego de que se metieran a su apto y le llevaran todo.

Eran las 4:10pm, tomó el revolver, 10 balas que tenía y se fue a la estación del metro La Hoyada, donde según era el encuentro.


Se hicieron las 5:20pm y no había aparecido nadie. Era de suponer, se dijo, pues ya lo que querían lo habían tomado. ¿Para qué iban a venir hacia acá?

Reinaldo, sucio y de cara escuálida, se pierde entre la muchedumbre con su aspecto de mendigo, pensando en que lo único malo del plan que había sido victima, era que él quedó vivo. Tarde o temprano vendrán por mí, a menos que vaya yo primero por ellos.


Son las 6:00pm y Reinaldo va hacia el local donde lo habían tenido cautivo y se pone en un sitio estratégico a esperar. "Alguien tiene que aparecer" se dijo. En eso, se da cuenta que la mujer encargada del local, sale a cerrar la santamaría. Reinaldo se le acerca:

- Te acuerdas de mí verdad? -dijo Reinaldo mientras sacaba su revolver y le apuntaba-
- Yo no tuve nada que ver -dijo la mujer mientras observaba a los lados si alguien podía ayudarla-
- No te he preguntado un coño y ya comienzas a caerme a mentes. Ven, vamos a dar un paseo, a menos que quieras que te suelte un plomazo aquí mismo
- Yo no sé nada, mira, yo tengo un muchacho de 7 años, yo lo que hago es trabajar
- Callate la boca maldita, a mí no me interesa tu maldita vida
- Yo no sé nada, yo lo que hago es prestarle el depósito a los malandros de por aquí, sino ellos me joden a mí - dijo la mujer implorando -
- Sí vale, debe ser que tú no estás ganando unas lucas prestándote pa' la vaina. Yo lo único que quiero es que me digas dónde puedo encontrarlos
- Mira, yo no sé, ellos son ptj, poco sé de ellos, yo a veces los veo cerca de la estación Capitolio y La Hoyada, ellos andan por esos lares.
- Mmmm, te voy a creer -dijo Reinaldo- Pero no te vas a ir lisa de aquí. Vete, corre por tu vida.

Mientras la mujer empezaba a correr, Reinaldo le soltó un tiro a las piernas y se esfumó.


Pasó la madrugada en la calle, no había comido, pues ni hambre le daba. Solamente pensaba en lo que tenía que hacer, y que si los llegaba a ver, tal vez sería el último día de su vida.


Amaneció en la calle y ya eran las 10am, hora aproximada cuando se le acercaron aquellos hombres. Pensaba "todo criminal siempre vuelve a la escena del crimen" y exactamente así fue. Reinaldo entró a la estación del metro y vio a los dos hombres de chaqueta negra junto a Katherina (o Ivanna). ¿Qué hacía ella con ellos? Pensó y se dio cuenta que estaba asustada y con ellos se sentía segura.

Reinaldo los mira y en su mente ya los había matado trescientas veces, pero lo que lo detenía era el saber que estaban dentro de la estación y que al armarse un tiroteo, tal vez cobraría vidas inocentes. Cuidando que aquellos secuestradores no lo vieran, él esperaba el momento correcto.

El momento llega: el mismo modus operandi del que había sido victima.

Los tipos y Katherina toman a un joven ingenuo y lo persuaden para que los siga fuera de la estación. Reinaldo reconoce el momento y los sigue. Al salir de la estación, Reinaldo acelera el paso y se les adelanta, en un cruce, los sorprende:

- ¿Y ahora, malditos? -gritó Reinaldo en pleno centro de Caracas-

El joven que iba a ser victima del secuestro sale corriendo junto a Katherina. Los otros dos tipos desenfundaron sus pistolas y se armó el tiroteo. Reinaldo dispara hasta que los ve caer y comienza a perseguir a Katherina. La muchedumbre corría también, por la zozobra del tiroteo, pero Reinaldo no había perdido de vista a Katherina.

- No puedes correr más rápido que yo porque andas entaconada, maldita puta, te vas a morir aquí, pensaste que yo era un pobre guevón y nunca me iba a dar cuenta
- Rey, no me mates, ellos me obligaron ¿sabes? - dijo Katherina mientras lloraba para provocar lástima-
- Coño e' la madre con estas mujeres, así me dijo la otra. Ustedes nunca hacen nada, siempre las obligan.
- Sí rey, tú no sabes quiénes son ellos, son una banda grande y me extorsionaron a mí para que les pichara a un chamo con plata.
- Bueno, triste por ti. Un coño e' madre, ya no creo en nadie -dijo Reinaldo mientras soltaba un tiro en la cabeza que acabaría con la vida de esa mujer-


Reinaldo sale huyendo y a cada paso que daba, sentía que se iba quedando sin fuerzas. Empezaba a sentir un fuerte dolor abdominal, al palparse el abdomen, siente sus manos frías y húmedas. Había recibido tres disparos en el abdomen.

Ya sin fuerzas, suelta el arma, va sintiendo un frío por todo el cuerpo, se deja caer al suelo en uno de los pasillos de los bloques El Silencio. Poco a poco va perdiendo el sentido de la vista, los sonidos de la capital y las sirenas de los policías, se escuchan cada vez más lejos. Ya casi no siente dolor.

Con su último aliento, las palabras que dijo fueron:

"Gracias por permitir que muera sabiendo que soy un Guerrero".

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