miércoles, 2 de agosto de 2017

Estabas Dormido.

Israel Bracho despierta en una mañana gris. Tiene un trabajo estable, casa propia y una esposa que quiere. Creció en el seno de una familia de clase media, tiene dos hermanos y él es el hijo del medio. Al cumplir 26 años decidió mudarse de ciudad para comenzar una vida nueva. Cansado del clima tropical, decide mudarse a la ciudad de Mérida, por su clima frío y calidad de gente, pensaba que era "lo más cercano al primer mundo en Venezuela". Al cumplir 29 años, ya estaba casado con una buena mujer y hasta tenía su propio taller automotriz. Todo iba bien en la Vida de Isra.



Esa mañana de Junio despierta con una grieta en su cabeza. Había perdido la felicidad. Todo por lo que había luchado y trabajado, lo consiguió. Pero ahora iba a quedar más vacío todavía luego de conseguir el fruto de su trabajo. Lo que quería lo podía comprar, podía viajar, tenía subordinados e incluso podía inmiscuirse en la vida de soltero cotizado. Ya nada llenaba a Israel, ni siquiera esa mujer que estaba a su lado a la cual él amaba (o creía amar). Isra estaba contemplando la salida de su vida, ese día lo cambió todo.



Lukas Fischer, hijo de padres alemanes que emigraron a Venezuela como refugiados durante la 2da Guerra Mundial. Cada día de su vida se dedicó a superarse a sí mismo, viajó y conoció muchos maestros. Sus dotes iban desde Artista Plástico, hasta Hipnotizador e incluso maestro Reiki. En sus viajes a Oriente, tuvo la oportunidad de peregrinajes y tribulación en templos que permanecen ocultos y en secretos ante los ojos del mundo. Su vida cambió para siempre en cada viaje que realizó. Lukas era un hombre canoso que decidió retirarse en el anonimato y sencillez que le brindaba cualquier ciudad venezolana.



Ese trágico día de Junio, Lukas lleva su Corolla al taller de Israel, pues era fijo cliente y Lukas afirmaba que no había conocido mejor mecánico, a pesar de la juventud de Israel:

- Isra! ¿cómo estas? mira, te he dejado el corolita pa' que lo revises, tiene un sonido raro y tú sabes que soy hipocondríaco hasta con las máquinas!
- Seguro Don Lukas -Dijo Israel con desánimo-
- Pero, hombre, estás medio triste hoy, ¿no? -Dijo el señor Lukas mientras le daba un palmazo alegre en el hombro a Israel-
- No Don Lukas -Dijo Israel con sonrisa forzada- hoy es un buen día, perdone si se me sale un bostezo.
- Pues bien, estás muy chamo para andar con cara amargada, deja eso pa' los viejos como yo. Voy a hacer una diligencia y vuelvo, te dejo el carro aquí.
- Vaya y venga don Luka, cuando vuelva le tengo el carro listo -Dijo Israel mientras el sr Lukas salía del taller-




Sale Lukas del taller y comienza a pensar. Su intuición le decía que Israel estaba poseído, o dejándose poseer, al renunciar a la voluntad de la vida. Pensaba en la mirada de Israel y recordaba las enseñanzas de un gran maestro, que le otorgaba dones para rescatar ese tipo de miradas, porque el mismo Lukas alguna vez la llegó a tener. Mientras llegaba al súper a realizar unas compras, pensaba "tal vez estoy exagerando".



Israel se quedó inerte luego de la conversación con el señor Lukas. Pasado 10 minutos, reacciona y se preocupa: no puedo tener expresiones tristes, la gente se va a enterar. Hizo un gran esfuerzo para que el día concurriera con normalidad, y así ocultar su siniestro plan.



Luego de realizar sus compras y de un paseo cotidiano, Lukas vuelve al taller:

- Cuéntame muchachito, ¿Qué es lo que le pasa al 'viper'?
- Vea Don Luka, al carro le estaba fallando la bomba de gasolina, pero ya está listo, era algo sencillo
- Supuse que era una vainita lo que tenía. ¿Cuánto te debo?
- Deje así Don Luka, ese repuesto lo tenía guardado y debería agradecerle a usted en realidad por permitirme usar esa bomba de gasolina y que no se perdiera en el depósito.
- Pero no chico -Insistió Lukas- ¿cómo me voy a ir sin pagarte?
- Tranquilo, es un regalo que le quiero dar. Si se siente deudor, hágame usted un regalo algún día.
- Mmm, pues así será muchachito, estaré pensando en el regalo perfecto para ti -Dijo Lukas mientras se despedía-



Montado en el carro, Lukas sabía lo que al principio sospechaba. Me engañó la primera vez, pero a la segunda fue muy evidente, bribón. Su intuición le decía que si sospechaba, podía ser cierto. Hoy me tomaré el día para vigilar a este muchacho, en algo raro andará y lo voy a descubrir.



Finaliza el día, Israel cierra las puertas del taller y va camino a su casa. En ningún momento se percata que lo están siguiendo furtivamente. Había pensado todo el día en su plan y lo que iba a hacer. Llega a su casa y todo estaba en orden, su cena estaba lista y Yules, su esposa, le conversaba y le preguntaba por su día de trabajo. Israel hizo todo con normalidad y se dan su beso de buenas noches. Pero cuando Yules se duerme, Isra se levanta y va a la sala hacia el escritorio y comienza a escribir una carta. Al finalizar, deja la carta en la mesa del comedor, toma dos cajas de pastillas para dormir y sale con dirección a la plaza cercana a su casa.



Lukas estaba estacionado y escondido al frente de la casa de Israel y ha podido vigilar cada cosa que pasaba. Al ver que Israel se despierta de madrugada y escribe una carta, todo le cae de cajón y empieza a hacer unas llamadas de urgencia. Sale del vehículo y allana la casa de Israel. Lee la carta y dice "lo sabía".




Lukas se apresura. En el maletero de su carro, guarda máscaras de sus obras plásticas. Ya estaba preparado para lo que estaba pasando. Acelera el paso y encuentra a Israel sentado en la banquita de la plaza, acompañado por dos vagabundos ahogándose en alcohol. Parece ser que los vagabundos le están estropeando el plan a Israel. Lukas se acerca sigilosamente, esperando el momento indicado.



Israel mira hacia los lados. Estaba contemplando su vida y le iba a poner fin. Dudaba, pero estaba totalmente vacío y ni siquiera miedo tenía ya. Esperaba que los vagabundos se fueran para que nadie pudiera ver y alertar a las autoridades. Mete sus manos en el bolsillo...



Lukas observa y se da cuenta que era el momento indicado. Toma su máscara de payaso y se la pone, toma un puñado de escarcha y súbitamente, impresiona a Isra:

- Estás en un sueño -Dijo Lukas con voz ronca mientras echaba escarcha a la cara de Israel- con el chasquido de mis dedos, automáticamente seguirás mi voz.


Israel queda hipnotizado. El señor Lukas saca una cámara de vídeo, comienza a grabar:

- Soy la voz de tu conciencia, sígueme. Te quiero mostrar unas cosas -Dijo Lukas mientras montaba a Isra en el carro-


Mientras manejaba, Lukas grababa todo lo que pasaba. Iban con dirección hacia su casa. Había planeado todo lo que iba a hacer, pues desde un principio, algo le dijo que Israel planeaba suicidarse. No podía dejar que eso sucediera y tenía herramientas para salvar su alma.



Al llegar a la casa de Lukas, comienza la función:


- Soy la voz de tu conciencia. Mira esta casa. Esa casa es tu cuerpo, quiero que conozcas a alguien. Ven


Entra Israel a la casa, y Lukas lo lleva a la primera habitación. En ella, estaba un hombre joven amigo de Lukas que estaba esperando para conversar y sanar a Israel:

- Sigue mi voz. Entra a esa habitación, allí te encontrarás con tu Yo en su estado puro -Dijo Lukas mientras le abría la puerta a Israel.


Era una habitación muy colorida y con muchos juguetes. En ella estaba un hombre sentado, con sonrisa verdaderamente alegre:

- Israel, toma asiento. Tenemos que hablar -Dijo el hombre-
- ¿Quién eres? -Preguntó Israel-
- Soy tú. Esta casa es tu cuerpo. Esta habitación contiene los recuerdos de tu niñez, donde eras verdaderamente feliz, y con el tiempo, te olvidaste de mí, aunque siempre he estado buscandote.
- Estos colores, esa sonrisa en tu rostro. ¿De verdad tú eres yo? -preguntaba Israel bajo hipnosis-
- Sí. Tú y Yo somos el mismo, y mira, aquí no necesitamos mucho para querer vivir. En esta habitación, un barquito de papel vale oro, y te llena de aliento y de vida. Solamente tienes que recordarme.
- ¿En qué momento te perdí? - preguntó Israel-
- Jamás me has perdido. Siempre he estado contigo, aunque el dolor te hizo olvidarme.


Se abre la puerta, Lukas toma la mano de Israel y lo lleva hacia otra habitación:


- Ven, es momento de que conozcas a alguien -Dijo Lukas mientras abría la puerta de la 2da habitación-


Era una habitación oscura y llena de polvo y telarañas, estaba todo desordenado. En ella estaba una anciana dolorida mientras se mecía:

- ¡Ay!, ven mijo, entra. Toma asiento
- ¿Quién eres? -Preguntó Israel-
- Soy tu madre. Estás en tu casa, te conociste a ti, ahora tienes que conocer a tu madre. Y mírame, estoy vieja y seca, ¡ay!, todo me duele!
- ¿qué te duele? ¿por qué no dejas que te ayude?
- Ay, mijo. Te amo, todo lo que he sufrido es por y para ti. Mijito, estoy aquí para ayudarte, cuando tengas miedo, cuando te duela, cuando necesites que alguien te cuide y te cure, mijito, yo estoy aquí para ti. Aunque estoy en esta habitación oscura y parece que me muero, ay mijo, te amo. No importa que me olvides, que me hagas daño, que tomes lo que quieras de mí. Soy tu madre, te amo mijo. Ven, recuestate en mi regazo, siempre te estoy cuidando.




Se abre la puerta, Lukas toma a Israel:

- Ven, es momento de subir a la tercera y última habitación.


Era una habitación blanca y resplandeciente. No había nada allí, solamente luz. Un anciano estaba allí, sentado esperando la visita de Israel:

- Hijo mío. Toma asiento.
- ¿Quién eres? -preguntó Isra-
- Soy Tu Padre. Estás en tu casa, te conociste a ti, conociste a tu madre, ahora me conocerás a mí. Tengo que demandarte algo.
- ¿Qué cosa?
- Dime, ¿Por qué ibas a matarte? te hice libre, hijo mío. No sabes cuánto me duele ver que decides acabar con tu vida, sabiendo todo lo que ha sido necesario para que estés en este momento viviendo... Todo mi esfuerzo en darte la vida y la libertad. Dime, hijo mío, ¿qué hice mal?
- Tengo miedo Padre -Dijo Isra mientras se arrodillaba y pegaba su frente al suelo- Tengo miedo, pensé que sabía lo que quería, cuando lo conseguí ya no lo quiero. No sé lo que quiero Padre, tengo miedo. No sé qué hacer con la libertad que me has regalado.
- Hijo -Dijo el señor mientras lo levantaba del suelo- no te preocupes. Levántate, llámame "amigo" y sigue tu senda. Ya no estamos en secreto, es hora de salir a la luz.



Lukas tomó a Israel, quien seguía bajo la hipnosis:


- Ven, sigue mi voz. Despídete de tu casa. Ya no la verás más, tú mismo la destruiste. Toma asiento en el carro.


Lukas llevó a Israel a su verdadera casa:

- Sigue mi voz. Al chasquido de mis dedos, irás a tu cama y entrarás en un profundo sueño. Cuando despiertes, no recordarás nada.



Al día siguiente, Israel se despierta como si ha estado hibernando por al menos 2 años. Con extrañeza, escucha el llamado de Yules, quien le pedía que fuera hacia el comedor porque alguien le había dejado una carta:


 " Querido Isra, de parte de tu amigo Lukas. Te dejo esta nota con un pen-drive adjunto. Mira el vídeo que contiene. Este es regalo que te debo amigo, ya saldamos deudas. No te pasaba nada, solamente Estabas Dormido".

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